martes, 17 de junio de 2014

Cuento: El croto, el ciervo y el fuego.

El croto, el ciervo y el fuegoi
Autora: Nieves Gorchs

Este cuento está basado en una historia de la vida real. Un poco han cambiado los lugares y el tiempo pero el personaje convivió con mi familia mientras duró su vida de croto. Aparecía para la esquila, y se quedaba en la pieza de los peones hasta después de que terminaba. Yo se los cuento como más o menos como la memoria me deja recordar las cosas que pasaron ya hace casi 80 años.
Nunca se le conoció el nombre, documento hay que ver si alguna vez lo tuvo, pero el caso es que todo el paisanaje de la zona lo tenía por “el Galleta”.
Decían que había venido del Tapalquen, otros decían del Tandil, otros aseguraban que había crecido en algún lugar del camino del Pago de Oro, cerquita del pueblo quizás. Decían que de jovencito una mujer adinerada se lo llevó lejos, que vivió como un dandy y que después se subió a un barco por despecho, dió varias vueltas al mundo y recién volvió para el pago cuando le sonaron los güesos...Mentasii de los viejos paisanos; pero lo cierto era que se caminaba de punta a punta las 200 leguas del partido. Tardaba lo que se dice unas 15 lunas. Tranquilón iba el hombre, pa' que más? Si no tenía ningún apure, ni rancho, ni perro ni prienda que lo entretenga. Eso sí, aquel que lo conoció le supo ver que cargaba 2 monosiii, uno chicuelo pal verano y disparar rápido si se veía en algún apuro y otro de invierno con los 3 ponchos, como usan los reseros, el finito, el de lana y el encerauiv.
El tiempo del que hablo sería allá por el año 34, yo era chiquilín de pantalón corto y mi tata viejo que era un gaucho de ley, me llevaba para que aprenda las costumbres gauchescas cuando nos invitaban los vecinos a alguna yerrav, domavi, o carneada grande. Uno de los lugares al que íbamos era la estancia de Anchorena, ahí siempre nos esperaba el convite gaucho. Me acuerdo que la primera vez que fui, recalamos en la materavii, y yo que no tenía conocimiento del mundo ví que un paisano revolvía una olla grande con leche a la cual le echaban tierra. La revolvieron y después con un cucharon me sirvieron en un jarro de lata. Anduve pensando un rato largo con el jarro en la mano, y ahí entre risotadas los paisanos me dijeron que tomara sin miedo que era café con leche. Y así de inocente era uno si nunca lo sacaban de las casas.
El croto cuando pasaba por el camino de Ovelan se caía por la estancia y también daba una mano, casi siempre para la época de la esquila. Y ahí yo lo encontraba año tras año y entre mate y mate contaba sus historias.
Una vez me contó que su madre había sido cautiva en uno de los últimos malones de Calfucuráviii, antes de la Campaña del Desiertoix. El malón se produjo en un pueblito llamado Juan Nepomuceno Fernández cerca del Balcarce. La vieja que era corajuda junto con la hermana más chica aprovecharon una noche con luna llena y se fugaron de las tolderías que tenía Namuncurá uno de los hijos de Calfucurá, cerca de Azul y vinieron a aparecer en la estancia de Prudencio Rosasx. Ahí mismo las habían conchabadoxi porque en esa época como había muchos malones las mujeres escaseaban y siempre eran bienvenidas en las estancias para ocuparse de los quehaceres de la casa, hacer jabón, lavar y dar de comer a la peonada. Pero la hermana menor se volvió para el pueblo de donde era. La madre del Galleta se aquerenció ahi nomás con un indio viejo que vivía en la estancia.
El croto cuando llegaba a la estancia, pedía permiso para quedarse, eso sí, siempre con respeto. Después se instalaba en la matera y a todo el que llegaba le pedía una “galleta”, de ahí que le habían puesto ese apelativo. A la mañana se levantaba, tomaba mate, largamente, hasta 4 pavas, hachaba leña y después se sentaba en el tronco a leer cualquier diario que anduviera dandos vueltas, eso sí, bien al sol hasta la hora de la comida.Tenía la piel muy curtida y nunca le vimos que usara medias, ni siquiera en el invierno. Llamaba la atención que el hombre leía sin anteojos. Cuando sabía que iba a levantar vuelo al otro día, escudriñaba las nubes para ver si iba a haber rocío la mañana siguiente. Salía con el lucero, a las 4 de la mañana.
El Galleta también me enseñaba cosas del mundo que yo desconocía. Sostenía que nunca había que desviarse del camino realxii, por más que uno tardara el doble, no había que agarrar atajos, porque si necesitas ayuda, decía, nadie te encontraba campo afuera. Como le pasó una vez. Me relató que en un campo por el que pasaba todos los otoños había un ciervo guacho, que cuando estaba en la época de bramaxiii topaba a todo el mundo a pesar de su mansedumbre. Entonces el Galleta por seguir su propia ley, nunca pasaba por ahí. Pero un día había sido una temporada de otoño muy lluvioso y había crecido de bote a bote el arroyito por donde cruzaba y tuvo que encarar para el lado del ciervo si o si, y el ciervo ni bien lo vió se le vino al humo, el Galleta disparó todo lo que pudo pero al final lo alcanzó, y le pegó una topada a la altura de la cadera que lo dejó culo para arriba un largo rato. El asedio del animal duró bastante, pero como era manso después se puso a juguetear con el mono del croto y se olvidó de la persona, asi que éste se fue arrastrando despacito para el lado del alambre y de ahí nomás se fue a las rengueadas hasta la estancia donde hizo noche.
En fin, cosas que pasan. Y de eso pasó mucho tiempo, tanto que ya ni me acuerdo cuanto.
Hace poco me enteré que hubo una familia que lo quería mucho y lo quiso llevar a vivir con ellos al campo, darle una pieza con fogón, baño y todos los afeites pero el hombre aunque era viejo seguía siendo croto, no quiso ir y siguió croteando. Hasta que al final lo encontraron engarrotado, muerto de frío cerca de una escuela, y lo llevaron al hogar de ancianos del pueblo. Ya estaba muy entrado en años, calcule, pero las mañas no las perdía. Le había tomado el gustito, se había acomodado y todas las tardes prendía un fueguito en el patio del asilo donde tomaba mate, quien sabe que pensaba, recordaría sus andares y aventuras de la vida; pero un día le dió una apoplejía y ya no le servían las piernas, asi que no pudo salir más al patio.
Y un día prendió fuego abajo de las cobijas.
El mismo fuego que lo cobijaba del frío y los temporales lo vío irse en su llama triste y libertaria .
Fue un espíritu libre.


i Croto: una ordenanza dictaminada en 1920 por el gobernador radical José Camilo Crotto, permitió a los braceros viajar libremente en los trenes de carga cuando fueran a trabajar a las cosechas, denominándolos “los de Crotto” en principio, para luego quedar el término como se usa el día de hoy.
ii Mentas: decires de la gente.
iii Mono: bagallo que usaban los linyeras para llevar sus pocas pertenencias.
iv Enceráu: poncho encerado impermeable para la lluvia y los grandes fríos que se fabricaba sumergiendo una tela en aceite de linaza teñido con negro de humo y dejándolo secar a la sombra.
v Yerra: acontecimiento durante el que se realizan varias tareas propias del campo. La principal (y de la que proviene su nombre), es la marcación del ganado orejano (sin marca de dueño), que se hace con un hierro al rojo sobre el cuerpo del animal. Luego se recuentan y se anotan los nuevos animales marcados. Y ya que se van inmovilizando las reses, se aprovecha para hacerles otras tareas, como la castración de los machos jóvenes que no se destinarán a la reproducción, la aplicación de vacunas, de desparasitantes, o de medicamentos y curaciones a los animales que los necesiten, etc.
vi Doma: las técnicas que posibilitan que, en un lapso de tiempo variable, un ejemplar equino —generalmente un caballo pero también se aplica a burros o mulas— pase de ser un animal indómito a permitir que un ser humano lo monte y guíe.
vii Matera: lugar de la casa donde se juntaba la peonada a tomar mate y escampar el mal tiempo.
viii Calfucurá: [Calvú: Azul; Curá: Piedra. Del mapuche] fue un poderoso cacique araucano de las pampas del sur y del oeste. Junto a sus hijos y aliados estableció la Dinastía de los de Piedra. Fue responsable de casi todos los malones que hostigaron la provincia de Buenos Aires a mediados del siglo XIX. Fue el más acérrimo enemigo de Rosas.
ix Campaña del Desierto: campaña militar que emprendió Juan Manuel de Rosas contra los pueblos originarios en 1833 y principios de 1834, durante el gobierno de Juan Ramón Balcarce en la Provincia de Buenos Aires, Argentina, contra los indios, pampas, los ranqueles, los tehuelches y los mapuches o araucanos ubicados en la Pampa y el norte de la Patagonia.
x Prudencio Domingo del Corazón de Jesús Ortiz de Rosas. Hermano de Juan Manuel Ortiz de Rosas, Estancia La Catalina, Azul, PBA.
xi Conchabado: contratado para trabajar.
xii Camino real: es aquel que había sido construido por el Estado, era más ancho de lo común y unía ciudades importantes, como por ejemplo Buenos Aires con el Alto Perú.

xiii Brama: época de celo de los ciervos.